EGOÍSMO
Según Immanuel kant
Desde el día en que el hombre empieza a expresarse diciendo yo, saca a relucir su querido sí mismo allí donde se le permite, y el egoísmo progresa inconteniblemente; si bien no de modo patente (pues entonces se le opone el egoísmo de otros), al menos encubierto bajo una simulada negación de sí mismo y una pretendida modestia, para hacerse valer de preferencia con tanto mayor seguridad en el juicio ajeno.
El egoísmo puede encerrar tres clases de arrogancia: la del entendimiento, la del gusto y la del interés práctico; esto es, puede ser lógico o estético o práctico.
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